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Guédés: Cuando Haití celebra a sus antepasados ​​con color y fervor

Cada 1 y 2 de noviembre, Haití cobra vida en colores negro y morado para celebrar a los Guédés, espíritus venerados en la religión vudú, símbolos de un poderoso vínculo entre los vivos y los muertos. Fascinantes, indomables y provocadores, los Guédé forman una auténtica familia en el panteón del vudú haitiano, donde son respetados por su papel de guías espirituales de los difuntos hacia el más allá. Liderados por figuras emblemáticas como el legendario barón Samedi y su compañera Grann Brigitte, los Guédé encarnan las paradojas de la vida y la muerte. Cada barón tiene una personalidad única: el barón Cimetière, el barón Kriminel y el barón La Croix son los guardianes de las almas que deambulan por las fronteras del mundo de los muertos. Juntos, forman una presencia poderosa y algo aterradora, pero profundamente arraigada en la cultura haitiana. Los guedés no son como otros espíritus vudú; Demuestran su valentía de una manera espectacular. Acostumbrados a la muerte, no temen a nada y son provocativos: comen vidrio, pimientos crudos y se untan las partes sensibles con ron y pimienta. Estos gestos marcan su indiferencia ante el peligro y nos recuerdan que ya han experimentado la vida en la tierra. Son, por tanto, psicopompos –esos seres que guían las almas de los muertos– y actúan como puentes entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Algunos Guédés, como Guédé Nibo, visten ropa negra, morada y blanca, cada una con características únicas. Son numerosos y variados: Guédé Fouillé, Guédé Loraj, Papa Guédé y muchos otros. Son estos espíritus quienes, cada año, recuerdan a los haitianos la importancia de recordar a los difuntos y honrarlos. El culto a los Guedes no es sólo religioso; también es cultural e histórico. Según la tradición, su territorio espiritual, o “Fètomè” – apodado “Tierra sin Sombrero” – es un lugar donde residen las almas de los antepasados. Según se cuenta, los orígenes de este culto se remontan a la meseta de Abomey, antigua capital del reino de Dahomey, en África, donde la muerte y la vida conviven en una forma de simbiosis. Esta celebración en Haití incluso encuentra ecos en la historia antigua. Los romanos también honraban a sus muertos con la “Fiesta de Lemuria”, que tenía lugar en febrero, para ahuyentar a los espíritus y restablecer la paz entre el mundo de los vivos y el de los difuntos. Para los haitianos, honrar a los Guédés significa aceptar la muerte como parte de la vida y celebrar los lazos invisibles que nos unen a quienes nos han dejado. Es también una forma de resistir, porque la vida, a pesar de sus desafíos, debe celebrarse en toda su complejidad y profundidad.

Jean-Jacques Dessalines, líder de la Revolución Haitiana

En los anales de la historia de Haití, isla situada en el Caribe a la entrada del Golfo de México y compartida con República Dominicana, Jean-Jacques Dessalines emerge como un fénix de las cenizas de la opresión. Nacido esclavo el 20 de septiembre de 1758 en casa de Henri Duclos, en Cormier (Grande-Rivière-du-Nord), en la colonia francesa de Saint-Domingue, Dessalines era un criollo de origen africano (afrocaribeño). durante la abolición de 1794 lograda mediante revueltas de esclavos, de hecho sirvió como oficial en el ejército francés durante la Revolución Francesa. En aquella época, las ideas de libertad e igualdad estaban en el centro de las preocupaciones de los habitantes de las colonias. Dessalines participó activamente en los combates contra las fuerzas españolas y británicas, junto a las francesas, en Santo Domingo. Habiendo ascendido al rango de teniente general, Jean-Jacques Dessalines se volvió contra los franceses durante la expedición de Leclerc, enviado a Saint-Domingue por Bonaparte para restablecer la autoridad colonial y la esclavitud durante la Revolución haitiana. Después de la captura y deportación de Toussaint Louverture a Francia el 7 de junio de 1802, Dessalines asumió un papel de liderazgo en la continuación de la lucha por la independencia. Dirigió numerosas batallas, incluida la batalla de Crête-à-Pierrot en marzo de 1802, donde galvanizó a sus soldados con su famosa declaración: “Que abandonen el fuerte aquellos que quieran seguir siendo esclavos de los franceses; que, por el contrario, que quieran morir como hombres libres, formen fila a mi alrededor”. El 1 de enero de 1804, Jean-Jacques Dessalines logró el tan esperado objetivo de la independencia al proclamar a Haití como nación soberana, convirtiéndose en el segundo país de América en independizarse de una potencia colonial. Se convirtió en el primer líder de la nación recién formada y fue nombrado Emperador con el nombre de Jaime I. Sin embargo, su reinado imperial estuvo marcado por políticas autoritarias y brutales, incluida la masacre de muchos colonos blancos y la redistribución de tierras a los campesinos que estaba en manos de los generales del ejército independentista. Además, organizó la caza de delincuentes en la ciudad mientras implementaba rigurosas políticas agrarias, al considerar que representaban una amenaza para la estabilidad de la nación, estas acciones controvertidas provocaron divisiones dentro de la sociedad haitiana. Dessalines fue asesinado el 17 de octubre de 1806 tras un complot organizado por algunos de sus generales en el ejército haitiano. Su muerte marcó el final de su breve pero influyente período en el poder. A pesar de las controversias en torno a sus métodos, se le reconoce como el principal artífice de la independencia de Haití y su nombre fue honrado en 1903 al ser atribuido al himno nacional haitiano, La Dessalinienne, compuesto por Justin Lhérisson. Finalmente, el gran visionario Jean Jacques Dessalines Sigue siendo una figura emblemática en la historia de Haití, reconocida por su papel en la lucha por la independencia y el fin de la esclavitud en la región.

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Historia

Historia

Primera nación negra en liberarse de la esclavitud y obtener la independencia de Francia en 1804 e influyó en otros movimientos de liberación en todo el mundo, inspirando luchas por la libertad y la igualdad.

Belleza natural

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Haití ha sido bendecido con espectaculares paisajes naturales, que incluyen playas de arena blanca, montañas y una rica biodiversidad.

Herencia

Herencia

Haití tiene un rico patrimonio histórico, que incluye sitios como la Citadelle Laferrière y el Palacio Sans-Souci, catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Cultura

Cultura

Haití tiene una cultura rica y diversa, influenciada por elementos africanos, europeos e indígenas. La música, la danza, el arte y la cocina haitianas se celebran en todo el mundo.

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